Después de mucho tiempo, donde paso todo y nada (es increible todo lo que puede pasar cuando no pasa nada) volví.

No solo recuperé mi PC, sino que tambien el celular (cuya busqueda y adquisición merece todo un post) así que heme aquí, nuevamente conectado, así que pronto me pondré al día con mis posteos, mis lecturas y mis escritos.

Sin embargo, la conclusión mas importante a la que llegué durante estos días de enfermedad y demas demases es que soy un tipo feliz. Feliz con lo que tengo, con lo que vivi y con lo que queda por vivir.

Así que siguiendo la linea del post anterior:

Rain esta recuperado.

Rain está vivo.

Rain está feliz....

... pero lo mas importante: Rain está en paz.

Rain está cansado.

Rain está triste.

Rain está sin ganas.

Rain está enfermo.

En otras palabras, Rain no está.

Cuanto más cansado estás, mas pensamientos pelotudos tenés.

Caminaba con el paso perdido. Miraba el piso: cada baldosa que pasaba parecía la misma ¿Estaba realmente moviendose? Pensaba que si, que cada paso lo acercaba un poco mas a su destino, sin embargo no quería levantar la mirada. Hacerlo indicaría cuanto tiempo mas le llevaría el simple trayecto que se había marcado.

Al principio, había decidio caminar. Hacia años de esto, de esta caminata. Fue un momento nomas, tomar la decisión y comenzar el viaje. No habia momento en su vida donde no se supiera caminando. Sin embargo, esa baldosa que era la misma y era otra a veces lo confundía y se sentía quieto.

No era hasta que levantaba la mirada que observaba como el paisaje a su alrededor cambiaba y mutaba. No era sino hasta que hechaba una mirada por sobre su hombro que podía calcular la distancia entre el punto de inicio y su presente. Y no era sino hasta que miraba adelante, que caía en cuan poco le faltaba para llegar a la meta.

Y se asustaba, y volvia los ojos a la baldosa buscando esa sensación de quietud y congelamiento. De alguna manera, se sentía seguro y cómodo sabiendose quieto. Inconciente del paso del tiempo y la distancia. Es que así, embotado por la poli-baldosa, podía caminar sin darse cuenta.

Pero la baldosa comenzo a mostrar grietas. Infimas e imperceptibles para cualquiera menos para él, que a esta altura ya era un experto en baldosología. Ahora sabía concientemente que jamas era la misma bladosa, que no podía continuar esa mentira. Entonces levantó la mirada.

Miró hacia adelante, hacia un costado luego y el otro despues, para finalmente clavar su mirada en el horizonte que se acercaba; mas no miró hacia atras. Estaba cansado de mirar hacia atras. Y lo que vió le gustó. Sintió como su paso se apuraba al mismo ritmo que la sonrisa se curvaba limpia en su rostro. El corazón palpitaba rebozante de vida justo cuando sus manos abandonaban de una vez el eterno refugio que eran los bolsillos.

Fue en ese momento que el camino recorrido, toda la distancia desde el punto de inicio hasta su presente andar, descendió sobre toda su persona. Por sus ojos, por su cuerpo todo pasaron las penurias y los logros conseguidos. En un flash vio cada una de las batallas lidiadas, cada victoria, cada derrota, cada escollo del camino, cada puente, puerta o muro aparecidos hasta el momento y como sorteó cada uno de ellos. Como disfrutó con lo bueno y sobrellevó lo malo. Ya no vió baldosas, sino cada momento de su vida condensado en un flash de entendimiento.

Y se detuvo. Por primera vez en su largo viaje se detuvo.

Completamente aterrado. Paralizado por el miedo, miró hacia atras e intento volver a lo que era: un simple caminante que no despegaba sus ojos de la misma baldosa, pero fue inútil. Así que ideó otra manera de evitar proseguir: Se anestesió.

Logró que su cuerpo durmiera, tanto que parecía piedra, no hombre. De esta manera, evitaba el horror que veía acercarse cada vez mas. El inevitable desecenlace de su camino. El único posible. Y así fue como sus extremidades cayeron en el sueño, sus manos se embotaron, sus rodillas flaquearon y su corazón apaciguó su canto hasta ser casi imperceptible.

Sin embargo su cabeza rezumbaba en un ruido de pensamientos que no podía calmar, pues, aunque todo él estaba dormido, su mente permanecía activa viendo con horror todo lo que podía lograr, todo lo que podiá conquistar si continuaba caminando.

Y es ese terror, no otro, lo que lo mantiene quieto... por el momento.

Trabajar de noche tiene sus cosas. Las hay buenas y malas. Uno vive al revéz: cuando todos van, vos volvés, uno se acuesta temprano a la mañana y se levanta entrada la tarde. Se deja de desayunar, almorzar o merendar, y se pasa a desalmorzar y almormerendar, que es como un mix entre tres de las cuatro comidas básicas.

¿Cómo es esto? Fácil: Arroz con tostadas y un yogurt en el caso del primero, y dos tostados con una taza grande de café con leche. Si, puede parecer un asco, pero no es tan malo. No hay que olvidar que uno no quiere comer cuando llega: Lo que quiere es dormir.

De todas maneras, dejando el tema de la comida de lado, nadie te quita el placer de acostarte a las siete de la mañana y levantarte tarde. Tanto como las ocupaciones del día te lo permitan, pues, trabajar de noche te deja la tarde libre para que la rellenes con lo que quieras. Y eso es muy bueno.

Pero una cosa mala que tiene todo esto es que perdes, justamente, las noches. No mas cenas, no mas salidas entre semanas, no mas función nocturna ni interacción con amigos/familia/novios/as. No, de eso nada. sin embargo, lo mas trágico de esta situción -y que por eso se menciona aparte- es que perdés la noche del viernes.

Viernes. Añorado viernes. El día de la semana mas esperado. La linea de partida para dos días de absoluta libertad. El viernes se trabaja distinto, relajado, casi descansado (o directamente no se trabaja, según mi teoria personal) pues sabes que al día siguiente podés levantarte tarde, no levantarte o hacerlo pero para planes que no incluyan viajar durante una hora hacinado como una vaca hacia el matadero. Así de maravilloso es el viernes.

Y trabajando de noche lo perdés. No hay replica que valga, tu día favorito se perdió y no te podes quejar. Lo único que podés hacer es darte cuenta que sacrificando el viernes recuperaste el domingo y el lunes. Si, el lunes. Lo que pasa es que al entrar tarde a trabajar el lunes pesa menos. Y el domingo... bueno, el domingo pierde el tono lugubre y nostálgico que suele tener para los trabajadores de día, por que vos, laburante nocturno, al día siguiente no tenés que levantarte temprano.

Y eso... eso es muy bueno.

A veces el trailer es mejor que la pelicula.

Carta Magna

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