Paso una semana desde mi último post. O casi. Y -la verdad sea dicha- una semana en mi vida es una eternidad. Gracias a dios, la vida no me da respiro. Al contrario que el año pasado, esta vez no pido tregua. Me cansé de pedirla y, obviamente, me cansé de darla.

¿Recuerdan que en el post anterior decidí mostrarme real? ¿Dejar de jugar al personaje y ser simplemente yo? Bueno, al Romeo de turno eso pareció asustarlo, porque no llamó. No es algo que me sorprenda. La realidad es que cuando me muestro como soy, la gente me mira raro... perdón, la gente no: Los hombres.

Creo que jugaba al personaje por esa misma razón. Si yo no gustaba, si asustaba por ser como soy, entonces, mejor probemos otra cosa. Pero la verdad es que la pregunta se sostenía ¿Puedo vivir una mentira? Y la verdad es que no. No puedo. Y, mucho mejor, no quiero.

¿Por qué me miran raro? No sé. Podría arriesgar que mi seguridad abruma. Y cuando habló de seguridad no me refiero a montarme a mi ego y creerme que soy mejor que los demás. No. Eso es estupido. No soy ni mejor ni peor. Simplemente la vida me puso en situaciones donde o evolucionaba o moría.

Decidí evolucionar.

Mi seguridad interna viene de la experiencia y el aprendizaje. Soy plenamente conciente de que aún me queda mucho que aprender, detalles que modificar siempre en pos de ser una mejor persona. Mi seguridad no es algo que ostento sino algo que vivo día a día. También es algo que hasta hace un tiempo me asustaba. Tanto poder asusta.

Siempre me preguntaba por qué esconderme y no mostrarme tal cual soy. Siempre pensé que si me mostraba iba a salir lastimado. Y sinceramente, si, me lastimaron pero creo que fue justamente por no reconocerme a mi mismo. Yo dejé que me lastimaran. Entonces atacaron lo más profundo de mi ser y me complicaron la vida, y si bien aún siento algo de rencor (estoy trabajando en eso) no puedo negar que lo escabroso del camino me hizo ser lo que soy. Por que a travez de todo ese dolor llegué a encontrarme.

Y no puedo estar mas orgulloso de lo que logré. De la fuerza interna, del empuje, de saber que esto tiene un sentido tan simple y llano como estar vivo. Y no solo eso, sino disfrutarlo. Vivirlo a pleno. De saberme capaz de sortear todos los escollos que el camino pueda presentarme y seguir sonriente. Siempre sonriente. De un tiempo a esta parte aprendí a no derrumbarme. Sino a simplemente tropezar y volver a levantarme. Con la sonrisa al viento en pos de nuevas aventuras. Todo esto es el centro de mi vida. Y si eso asusta a los hombres, bueno... pondré piloto manual que ya llegará alguién que celebre la vida conmigo.

¿Todo esto para qué? Simplemente para decir que los amoríos de una noche no son lo mio. Cuando estoy con alguien me desboco. Se me pierde la razón en algún lugar y me convierto en simple, puro y delicioso instinto. Pero pasa que si no encuentro feedback, si la persona no me llena el corazón, lo único que ese encuentro me deja es un inmenso vacio.

Y el último Romeo me dejó así, vacio. No es que hiciera lo que hice por presión, todo lo contrario. Lo disfruté y mucho. Fui malo y jugué con él, por la peor razón del mundo: Porque podía. El tampoco se negó, pero realmente y a fuerza de ser sincero, él quería alguien dependiente. Una persona con fortaleza cero. Alguién que lo hiciera ver más grande.

Y yo, la verdad, no estoy para dorarle la pildora a nadie. Yo no quiero ser el perrito de nadie, ni quiero a alguién que sea el mio. No, lo que yo quiero es un compañero. Estoy tranquilo, algo dentro mio me dice que pronta ha de aparecer. Y aparte de todo lo anterior, y por sobre todo, soy un hombre de fe.

Sé que todo llega para quien sabe esperar.

2 comentarios:

Vos lo dijiste, todo llega.
Todo :)
Beso.

Tu ultima frase lo resume. Y mientras uno espera puede optar por lo que le hace menos mal.
Si no te sirven los amorios de una noche, basta entonces de eso. No?


besotes

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