Trabajar de noche tiene sus cosas. Las hay buenas y malas. Uno vive al revéz: cuando todos van, vos volvés, uno se acuesta temprano a la mañana y se levanta entrada la tarde. Se deja de desayunar, almorzar o merendar, y se pasa a desalmorzar y almormerendar, que es como un mix entre tres de las cuatro comidas básicas.

¿Cómo es esto? Fácil: Arroz con tostadas y un yogurt en el caso del primero, y dos tostados con una taza grande de café con leche. Si, puede parecer un asco, pero no es tan malo. No hay que olvidar que uno no quiere comer cuando llega: Lo que quiere es dormir.

De todas maneras, dejando el tema de la comida de lado, nadie te quita el placer de acostarte a las siete de la mañana y levantarte tarde. Tanto como las ocupaciones del día te lo permitan, pues, trabajar de noche te deja la tarde libre para que la rellenes con lo que quieras. Y eso es muy bueno.

Pero una cosa mala que tiene todo esto es que perdes, justamente, las noches. No mas cenas, no mas salidas entre semanas, no mas función nocturna ni interacción con amigos/familia/novios/as. No, de eso nada. sin embargo, lo mas trágico de esta situción -y que por eso se menciona aparte- es que perdés la noche del viernes.

Viernes. Añorado viernes. El día de la semana mas esperado. La linea de partida para dos días de absoluta libertad. El viernes se trabaja distinto, relajado, casi descansado (o directamente no se trabaja, según mi teoria personal) pues sabes que al día siguiente podés levantarte tarde, no levantarte o hacerlo pero para planes que no incluyan viajar durante una hora hacinado como una vaca hacia el matadero. Así de maravilloso es el viernes.

Y trabajando de noche lo perdés. No hay replica que valga, tu día favorito se perdió y no te podes quejar. Lo único que podés hacer es darte cuenta que sacrificando el viernes recuperaste el domingo y el lunes. Si, el lunes. Lo que pasa es que al entrar tarde a trabajar el lunes pesa menos. Y el domingo... bueno, el domingo pierde el tono lugubre y nostálgico que suele tener para los trabajadores de día, por que vos, laburante nocturno, al día siguiente no tenés que levantarte temprano.

Y eso... eso es muy bueno.

6 comentarios:

Bueno, yo soy una de las pocas rarezas a las que le gustan los lunes. Eso si, el domingo a las 18.30 comienzo a deprimirme igual.
Pero creo que lo tuyo debe ser una cuestión de costumbre, no? Digo, quizas sería peor perder los sábados a la noche.
Si es una lástima lo de la intercactividad familiar... pero bueno... No todo es perfecto ;)

Lolita: si, ya me acostumbré. No es tan malo de hecho, y si tenes presente la costumbre argentina de pasar los feriados a los viernes ¡Listo! Estoy hecho! je.
Y por suerte, los fines de semana estoy excento de tener que venir.

Quiero ser trabajar nocturnaaaaaa (excepto prosti, claro)Cambio la noche del viernes por todo lo bueno que tiene :D Siiiiiiiiii!

y los turnos cambiados, cuando tienes libre un miercoles y no hay nadie con quien hablar por que los demas tiene libre sabado y domingos, eso es muy frustrante tambien.

salu2

Ivanna: Ya se te va a dar, tranqui! Mas alla de que guste o no, como experiencia está bueno.

Infierno: ciertamente corro con la suerte de no cambiar mis francos, o sea, sabado y domingo, así que eso no pesa. Pero si así fuera, si: Un garron.

Sería un buen horario para mi.
Sip.

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