Erase una vez un hombre que quería sentir algo especial por alguien, quería sentirse especial para alguien. Para compartir su vida, sus cosas. Pensamientos, momentos, anhelos y proyectos. Tirar juntos de un carro donde las vidas de ambos sumaran, sin importar los baches del camino, pues para eso eran cuatro hombros, dos espaldas, cuatro brazos y cuatro piernas. Porque si se cansaba, este hombre sabría que tendría respaldo. Y por que sabía que podría respaldar a ese otro tan especial.

De pronto, un día cualquiera, se encontró con otro. Otro que lo conmovió en todos los niveles... bueno, casi todos. Y era imposible, él lo sabía, pero jugo a creer en improvables y así transcurrieron sus días con sus noches. Cada día, este pobre iluso, pensaba "hoy será" y el tiempo pasó, llenando el almanaques con un único día: Hoy será.

Y mientras esperaba su vida dejo de tener sentido. Sus proyectos, sus anhelos, sus deseos fueron frenados por ese maldito día que nunca llegaba. Sin embargo, despues de meses de práctica, jugar a ser ciego ya era mas costumbre que juego, así que posponía y posponía todo en pos de la compañía anhelada que parecía no llegar nunca, y como es un convencido de que "nunca" es solo un periodo mas largo de tiempo, el se mantenía, convirtiendo imposibles en improvables. Negando lo obvio y olvidandose de lo mas básico de su deseo: Si queria compartir su vida con alguien, primero tenía que tener una.

Un día se despertó y vio lo que lo rodeaba, no estaba nada mal, sin embargo, todo se encontraba congelado. Detenido en el tiempo. Y no le gustó. Fue en ese preciso instante donde la venda finalmente cayó de sus ojos. Y supo que tenía que hacer algo.

Lo hizo. Tomó el almanaque y lo lanzó a la basura. Cansado de imposibles, dejo que el espiritu de don quijote abandonara su cuerpo y se alejó de los molinos con rumbo a nuevos horizontes. Así que ahora este buen señor modela su vida, le encuentra matices y formas nuevas. Reactiva proyectos y objetivos personales. Sonrie viendo el porvenir pero se ancla en el presente. Y por vez primera tiene la certeza de que si alguna vez aparece alguien, sera mas bien una consecuencia que un fin.

Carta Magna

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