Estás esperando el tren, pensando si deberías haber dejado una nota o algo que delate tu presencia, aunque no, hiciste bien, si tu bio-madre deduce que estuviste en su casa pero que no se vieron entonces vendrían largas explicaciones donde habría que explicar porque no te quedaste a esperar. Y vos no querés esperar, entonces no. Te fuiste. Saludaste a tu perro y te fuiste a tomar el tren.

El frio de la noche te golpea, pero no es el frio en si, sino el embole que venís acarreando desde ¿hace cuanto? No sabés, pero sí que estás aburrido y que aún queda media hora para que llegue el tren. Entonces te colocás los auriculares y tratas de pensar que la música te va a ayudar a sobrellevar esa media hora fatídica, pero no, porque las canciones las conoces y estás tan fastidioso que te duelen los tímpanos. No importa, le bajás el volumen a casi el minimo y viendo que no hay nadie, hasta bailas. Te dura un rato nomás, porque te conocés y sabes que no podés mantener uan falacia por mucho tiempo.

El tiempo continúa y te llama un amigo. "Hola, cómo estás, tanto tiempo, dale, nos vemos, llamame cuando salgas y vamos" de repente te das cuenta que tenés planes para la noche, pero estás tan cansado que no sabés, y el tren maldito que no viene. Encendés un cigarro. Miras el humo. Apelas a tu imaginación para verle parecidos con la realidad y todo. Miras el reloj. Aún faltan cinco minutos, que parecen media hora más. Y no, no sabés que hacer, porque en tu mochila solo hay un pullover que no usaste y unos discos. Nada para leer. Así que te inventás una teoría sobre algo, no importa qué. De seguro para cuando llegué el tren te la vas a olvidar. No necesitas droga para delirar. En vos, es continuo.

Y llega el tren. Pasó volando el tiempo, te decís mientras te reís para adentro. Te queres sentar. Adelante si puede ser, pero no. Este no es tu día, no es tu semana. Así que el tren llega cargado hasta las manos. Y recorres ocho vagones en los que contaste minimo seis carritos, cuarenta familias, muchos chicos y setenta viejos que te miran despectivos cuando les pedís permiso para pasar. En fin, o se corren o los corres. El mal humor tiene de rehen a tus modales.

Llegás al último vagón. Lleno. Te querés sentar y no te resignas. Entonces se te activa el instinto, ese que te dice que ahí no, mejor allá. Te acercás y no llegás siquiera a acomodarte cuando una de las mujeres que estan sentadas se levanta y te deja libre el asiento.

Tomás asiento. La musica que te extirpa los timpanos. Así que la apagas. Media hora mas para llegar a Lacrozze. El bomboleo del tren se complementa con el griterio de los cientos de infantes que parecen brotar los domingos en el Urquiza, algun que otro celular sonando y el cuchicheo de las señoras que tenés delante. Abrís un ojo. Te sentis observado. No te equivocás: Una mujer mayor te mira con cara de "Qué turro, me cagó el asiento" Cerrás tu ojo pensando "Si lo quiere, que lo pida." Estas cansado y no querés siquiera pensar en una disculpa moral acorde a la situación. Solo querés llegar.

En eso descubris que tus pensamientos se ven raptados por la conversación de dos mujeres a izquierda. Estás entre la sorpresa y la duda ¿Cómo alguién puede considerar vital las distitnas herramientas usadas para hacer bricolage? Prestás atención, de alguna manera la palabra "Utilisima" tiene un poder hipnotico sobre vos y de buenas a primeras no entendés como pasaste de la porcelana fría al chocolate y su decreciente nivel de dificultad en el proceso.

Lográs zafar de esa conversación, pero al precio de abrir los ojos que se clavan en la chica frente a ti: Modelo de mujer perfecta. Su forma de vestir es todo lo que espera de una dama. Es la mesura encarnada. Hasta la sonrisa es así como casi contenida. Y hablan, no entendés de que. Estas absorto comparando a esa mujer con su interlocutora, quien parece estar pidiendo un makeover urgente, pues es todo lo contrario. En eso sube otra mujer con sendas botas altas -muy buenas por cierto- y la mujer-makeover le hace un gesto que grita "GATAAA" en silencio. La chica perfecta se queda observando las botas y por ende a Botas Altas por un minuto mas o menos. Te preguntás que piensa ¿no? Vez su mano: Está casada. Te preguntás quien es el marido o como será y una pena no poder verlo. Te gustaría saber con que clase de persona se casaría una mujer así.

Desvías la mirada. El tono de voz de mujer-makeover te molesta. Y el tiempo pasa y vos no tenés la cabeza en ningún lado salvo en un quiero llegar urgente. Y de repente pasa Arata y luego Artigas y ahí si, te preparas para bajar. Pero la chica perfecta se para antes, llama a alguien atras de ella y ves a su marido. Y pensas que es lindo, que que pena que no lo viste antes. Encima viene así como dormido. Y te encantan los hombres que están medio dormidos. Te producen ternura. Entonces, de algún modo, el sentimiento que estuviste tratando de evitar todo el día, todo el finde, se hace presente. Y no querés bajar ahora, no: querés que la tierra te trague, pero no va a pasar nunca pasa.

Bajas, pagás tu boleto -si, es loco pero de noche en el Urquiza se paga cuando bajas- y salis al aire fresco. La cola es larga, pero el sesenta y cinco llega rápido. Te subís preguntandote donde están los hombres, no te vendría mal encontrar algo para admirar el resto del viaje. Y encontras. Es bonito y te gusta su trasero.

Llegas a tu casa. Sabés que te queda una larga noche por delante. De aguante más que nada, porque dormir sería un suicidio. Además, El va a llamarte cuando salga del cine para salir a tomar algo, y ¿por qué le digiste que si? bueno que se le va a hacer, es un amigo, entonces mejor no me acuesto y listo. Solo me siento.

Y te encontrás medio dormido, porque te venció el cansancio y te dormiste. Hablando así, rápido. Como si alguien relatara tu viaje y lo que venís haciendo, claro que sin tantas comas y con muchas, muchas mas palabras y velocidad. Y esperás, rogaz a los cielos que no te llame. La cama está linda. Y no querés salir. No querías el sabado, no querés ahora. Y deberías haberte hecho caso, pero sos tan desobediente... entonces te reís. La primera risa sincera de todo el fin de semana. Y pensas que por eso, deberías posteralo.

Y acá estás, haciendote caso.

3 comentarios:

viajecito en el Urquiza!!!

Entre tantas obligaciones diarias, creo que lo sano se encuentra en que mientras podamos elegir, tomemos la ruta que más deseemos aunque se trate de dormir toooodo el fin de semana.

Beso!

¡Cómo me gustó esto!
El tren, y todo lo que lo acompaña -la gente, la espera, las filas- es una de las mayores fuentes de inspiración.
Sabes con qué me mataste?: "Te gustaría saber con que clase de persona se casaría una mujer así". No me preguntes porqué, pero fue la frasecita que más me atrapó.
Somos desobedientes con nosotros mismos, si. A veces nos sale bien y nos reimos, y otras nos golpeamos jajaja.
Ésta parece que te salió bien.
Besotote

Limada No no no: viajecito un DOMINGO en el Urquiza jajajajaja En la semana se suman más personajes y se restan unos cuantos niños.

Y tenés razón, pero quedarme encerrado todo el fin de semana solo me hubiera enfrentado a algo que sencillamente no quería enfrentar -lease que ya lo hice, otra no me quedó- y bueno, el calor de los amigos, el barrio y demás ayudaron a mediocapearlo... medio.

Lol-it! jejejejeje ¡Juro que en mi cabeza sonaba mas corto! pero si, todo el viaje con una voz interior relatando todo, aboslutamente todo. Y cuando lo tipeaba medio que lo apuré al final, pues se estaba haciendo larguisimo.

Me causa gracia ese tipo de viajes.

Y si, nací rebelde, pero a veces rebelarse contra uno mismo no está bueno... hay que aprender a ver el momento.

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